En el artículo anterior, hemos mostrado la importancia del sentir, además del pensar, para poder captar el sentido, y por tanto, el cómo me siento cuando estoy trabajando en mi profesión. Si fluyo y disfruto, bien; ni sufro por el pasado ni me preocupo por el futuro. Vivo el momento presente y toda mi atención y energía están volcadas a este instante.
Pero si no fluyo cuando ejerzo mi profesión, lo siento y además siento que algo me bloquea. En este caso, además de plantearme preguntas a nivel consciente como las expuestas en el artículo anterior, puedo recurrir a otros métodos más adecuados, como la Inteligencia Sistémica, que me permite explorar más amplia y profundamente mi presente, pasado y futuro.
Para encontrar sentido a lo que hago, he de permitirme sentir, no sólo pensar. Y cuando me doy permiso para sentirme, y siento, puedo sentir cómo me siento cuando estoy trabajando con mi profesión.
¿Me divierto? ¿Disfruto? ¿Me salen las cosas con facilidad?
¿Me fuerzo? ¿Me esfuerzo? ¿Me aburro?
¿Hay unas partes que sí y otras que no?
Bajo el punto de vista de la Inteligencia Sistémica se puede decir que yo me encuentro en una situación ideal cuando fluyo, sea cual sea la realidad que me acontece. Ocurra lo que ocurra, si estoy en este aquí y ahora, en atención plena, fluyo y actúo en consecuencia y de forma adecuada. Ni sufro por el pasado ni me preocupo por el futuro. Vivo el momento presente. Toda mi atención y energía están volcadas a este instante.
La oscuridad nos impulsa a buscar la luz; la claridad a encontrar caminos nuevos, viables y saludables hacia la vida.
Cuando se llega a situaciones personales, familiares u organizacionales límite; a modelos de comportamiento, económicos o políticos agotados; a patrones repetitivos cansinos que consumen mucha energía y generan poco beneficio; a crisis en las que casi todos pierden, o a entornos donde ya no hay ideas ni ilusión, ¿qué hacer?
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Inteligencia Sistémica
¿Cómo librarme de mis memorias y programas que me hacen sufrir?
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Inteligencia Sistémica
Tipos de Inteligencia y Talento (Descubre tus talentos)
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El artículo (8) anterior subraya la importancia de manejar expectativas positivas hacia quienes dirigimos, orientamos o enseñamos. Goethe decía:»Si tratamos a una persona como lo que es, seguirá siendo lo que es; pero, si la tratamos como lo que podría ser, entonces se convertirá en todo lo que puede llegar a ser».
¿Qué necesito yo aprender y hacer para interiorizar esta actitud positiva hacia la vida y hacia los demás? Pues, si mis actitudes vienen principalmente de mis pensamientos y emociones, puedo empezar por trabajarme, limpiando a ambos. Para ello he de estar dispuesto a hacerlo, tener la intención de hacerlo y hacerlo. Es lo esencial. Después, si bien el cómo es importante, no plantea grandes dificultades porque hay donde elegir. Hoy existen muchas técnicas para iniciar mi higiene interior (constelaciones sistémicas, programación neurolingüística, bioenergética, coaching, meditación, reiki, etc.) e información más que suficiente para poder elegir la más adecuada para mí. Hay diversos niveles de profundización en cada técnica. Otra solución consiste en recurrir a varias y luego elegir en función de la experiencia de cada uno. Es el viaje más fascinante que uno puede hacer.
Los artículos anteriores permitieron comprender que la conexión entre nuestro cuerpo y nuestros pensamientos, creencias y emociones, se produce a través de la energía a distintos niveles de condensación y frecuencia. Y ello nos abre otras maneras de ver la enfermedad y en cómo sanarla. En este octavo artículo y siguientes seguimos centrando la atención en hechos que nos amplían esta comprensión.
La Ley de Equivalencia Mental dice:
Si cambias tus pensamientos, cambias tus emociones.
Si cambias tus emociones, cambias tu actitud.
Si cambias tu actitud, cambias tu vida.
Si cambias tu vida, cambias tu destino.