¿QUIEN TIENE EL PODER SOBRE MI?

¿QUIEN TIENE EL PODER SOBRE MI?

Muchos tienen la sensación de pasar por situaciones que no dominan en absoluto. Se requiere estar en un mayor nivel de sensibilidad para llegar a plantearse la pregunta del título. Y se necesita subir otro escalón de consciencia para decidir y ponerse en marcha para conseguir una buena respuesta. Cuando se dispone de ella, ya solo queda dar el siguiente y último paso: Encontrar la solución. No hay atajos.

Cualquier ser humano tiene infinitas posibilidades a su alcance. Pero cuando se queda obsesionado o enganchado emocionalmente con una de ellas, todas las demás desaparecen para él. Esta ofuscación “no visible” o inconsciente, suele estar relacionada con anhelos y necesidades vitales insatisfechas de uno.

Para autoprotegernos de todo hecho doloroso que vivimos sin los recursos necesarios para afrontarlo y resolverlo, lo pasamos sutilmente del consciente al inconsciente, a ese almacén oscuro de memorias que condicionan nuestro comportamiento cada vez que se activan por vivir algún hecho resonante con ellas.

Paradójicamente, cuanto más llenamos el inconsciente de todas esas memorias para autoprotegernos inicialmente, más bombas de efecto retardado acumulamos y más sufrimiento nos genera a lo largo del tiempo. Si no logramos poner remedio, la consecuencia final es la aparición y desarrollo de una enfermedad en nuestro cuerpo.

Esas memorias pueden haberse creado con hechos dolorosos sucedidos:

  • En el ámbito profesional: obedecer ciegamente un mandato parental y trabajar en algo que no me gusta, accidente laboral, no permitirme ganar dinero si mis padres no lo lograron, no estar a la altura, cometer errores graves, despido, robo, malversación de bienes, estafa, chantaje, amenaza, suspensión de pagos, quiebra, peleas entre socios, lucha con mi jefe, compañeros o subordinados, su falta de reconocimiento hacia mí, acoso laboral, etc.
  • En el ámbito personal, entre mi nacimiento y hoy: Muerte prematura de madre o padre, abandono, separación, falta de afecto, pérdida natural o aborto de algún hermano, abusos, violencia, agresión, prisión, accidente, suicidio, guerra, terrorismo, emigración, pérdida de un hijo, divorcio, incendio, arruinarse, enfermedad, etc.
  • En el momento vital de mi nacimiento: Puedo haber luchado y alcanzado el éxito de manera natural, haberme sentido ahogado por tener el cordón umbilical alrededor del cuello o por tragarme liquido, sentir mi cabeza atrapada por unos fríos y duros fórceps, y abandonarme a la acción de otros al no existir la mía, por cesárea, etc. Cada una de estas modalidades en el nacer influyen y marcan a su manera nuestro comportamiento de manera indeleble.
  • Durante mis nueve meses de embarazo: He oído los gritos y las peleas entre mis padres, he sentido los miedos, las angustias y la tristeza de mi madre, sus lloros, etc.
  • Durante los meses que preceden a mi fecundación: No es lo mismo ser el resultado de un acto amoroso para tenerme, que el de una violación. Ser deseado por mis padres es diferente de no haberlo sido. La calidad de su relación condiciona la calidad de la fecundación.
  • Antes que todo eso: También albergo las memorias procedentes de hechos dolorosos no resueltos por mis padres, abuelos, bisabuelos,……., y que a través de ellos me llegan a mí para que yo encuentre una solución para mi sistema familiar. Si yo no doy con la solución, esta herencia emocional y sistémica, esa energía, pasa a mis descendientes. Aquí están las memorias de espanto, miedo e ira, generadas por hechos de guerra, campos de concentración, asesinatos, cárcel, acontecimientos sociales, ruinas, pérdida de casa, herencias y peleas familiares, trastornos mentales, enfermedades, etc.

No pretendo hacer de este artículo una película de terror, ni demostrar cuantas razones tenemos para caer en el pesimismo, sino poner sobre la mesa una muestra de las muchas memorias que podemos alojar en nuestro cuerpo como consecuencia de hechos dolorosos de nuestro existir. No es una fatalidad. Es un punto clave desde el que podemos iniciar un cambio sustancial a mejor.

Todos albergamos en nuestro inconsciente memorias que influyen en nuestro comportamiento y complican nuestra vida. Cada uno lleva las suyas por venir de dónde viene y por vivir lo que vive.

Una vez comprendido eso, disponemos como mínimo de dos alternativas:

  1. Ir de víctima por la vida, culpando a nuestras memorias de nuestro indeseado destino y dando, por tanto, a ellas el poder sobre mí, o bien,
  1. Tener yo el poder sobre mí. Para conseguirlo, la solución radical consiste en borrar todas esas memorias tóxicas de mi disco duro. La solución más real consiste en borrar cuanto antes esas memorias en mí que me impiden disfrutar de una vida más plena, fluida y sana.

Esta segunda alternativa es la elegida por las personas que deciden recurrir a la ayuda de la Inteligencia Sistémica. ¿Qué hace el profesional de la Inteligencia Sistémica para conseguirlo?:

2.1. Crea las condiciones adecuadas para hacer posible lo que ha resultado imposible para la persona o equipo hasta ese momento, mediante la creación de una atmósfera de protección, confidencialidad y confianza mediante una empatía profunda.

2.2. Pregunta al cliente qué asunto quiere trabajar en esta sesión que ahora inician. Cada sesión se focaliza en inducir una solución para el asunto planteado.

2.3. Acompaña al cliente en su proceso de inmersión y exploración de todos aquellos hechos dolorosos vividos o sucedidos en el sistema humano al que pertenece. No se trata de remover mierda para nada, sino de subir a la superficie y poner al descubierto algo vivo que el cliente reprimió y escondió cuando ocurrió, y que aunque hoy no es consciente de su existencia, sabe que está ahí, en su inconsciente, por sus efectos inadecuados. Se trata de dejar de vivir el presente como una repetición del pasado.

2.4. Ayuda a localizar donde están los desórdenes, los mandatos soterrados, los nudos emocionales, las limitaciones, los bloqueos, los fantasmas y demás desbarajustes existentes en el sistema al que pertenece el cliente.

2.5. Una vez detectados los puntos clave a lo largo de la exploración, el cliente y el profesional de la Inteligencia Sistémica disponen de una imagen sobre la que pueden trabajar, ordenando, reenmarcando, resignificando, deshaciendo, desenredando, desatando, eliminando, desbloqueando, liberando, soltando, reconciliando.

2.6. ¿Cuándo se da por terminada una sesión? Cuando el cliente dice sentirse bien después de lo descubierto, visto, vivenciado y trabajado. Cuando ocupa la posición que le corresponde en el sistema humano al que pertenece.

Una sesión suele durar de dos a tres horas.

La Inteligencia Sistémica es tecnología humana de precisión en la localización y reparación de dolencias incapacitantes para el buen funcionamiento de los sistemas humanos.

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Carlos Surroca administrator