Conocerme mejor (4)

Conocerme mejor (4)

Los artículos:”Conocerme mejor (1), (2) y (3)” permitieron comprender que la conexión entre nuestro cuerpo y nuestros pensamientos, creencias y emociones, se produce a través de la energía, en sus distintos niveles. Esta comprensión nos abría a otras maneras más positivas de ver la enfermedad. En este artículo (4) seguimos profundizando en este aspecto tan íntimo y sagrado del ser humano.

La fluidez total en las relaciones es el paraíso. Aunque la perfección no existe, hay distintos grados. Cuando sintamos que nuestras relaciones no fluyen como nos gustaría, lo recomendable es trabajarlo para mejorar nuestro bienestar y el de los distintos miembros de nuestro sistema familiar de origen, de otros sistemas y amigos. Y si hemos formado nuestro propio sistema familiar, lo anterior es igual de válido. La Sistémica trabaja con nosotros preventivamente, y también para nuestros hijos y para las generaciones que les siguen, al liberarlas de cargas y desbloquear energías, que así podrán dedicarlas a los retos que tendrán que afrontar.

En un conflicto hay dos partes opuestas. En el caso del ser humano están lo racional y lo irracional, lo conciente y lo inconsciente, están la energía condensada en forma de materia y la que vibra a diversos niveles, están la energía bloqueada y la que fluye, están la enfermedad y la salud. También están la parte crítica y la criticada, la parte perfeccionista y la parte objeto de perfección. Cuando podemos ver al ser humano como depositario de partes opuestas, ya no tiene sentido defender a ultranza a una (por ejemplo, yo soy muy perfeccionista) y no querer ver, y rechazar a la otra (mi parte objeto de perfección). Viendo ahora las dos conviviendo y complementándose en el ser humano como un todo, lo vemos como completo. Hemos conseguido su reconciliación interior. En otro orden de cosas y a grosso modo, cada ser humano es 50% padre y 50% madre. Si yo rechazo a uno de ellos, rechazo un 50% de mí. Este rechazo es una causa, entre otras, de una baja autoestima. Si yo quiero sentirme bien y tener fuerza, he de estar reconciliado interiormente con los dos.

El hecho de trabajarnos sistémicamente nuestras ataduras, lealtades, puntos ciegos y bloqueos inconscientes en plan preventivo ¿Significa que podemos llegar a estar completamente limpios de ellos? No. Pero cuanto más los trabajemos, menos serán los que nos afecten de manera “negativa” y más elevado será nuestro nivel de conciencia. A medida que, desde nuestra superficie, nos vamos quitando capas de todas esas causas de enfermedad y sufrimiento, de todos esos demonios que están en nosotros, como en una cebolla, nos acercamos al centro silencioso y sereno, al ser verdadero que somos.

Aunque nos trabajemos sistémicamente, la enfermedad nos puede llegar en cualquier momento, de algún conflicto emocional no resuelto por nuestros antepasados, o por otras causas. No se sabe porque le toca a uno y a otro no. Pero toca, y cuando le toca a uno, alguna emoción aparece. A veces es la rabia, si la llegada de la enfermedad se siente como una injusticia. ¿Por qué tengo yo que pasar por ahí debido a algún conflicto o situación en la que yo no participé? También se puede sentir impotencia, tristeza. No hay emociones buenas o malas. Hay emociones, hay energías adaptativas que nos ayudan a sobrevivir. Las emociones son el motor de la acción. Constituyen una parte esencial del vivir.

¿Qué hacer cuando este impulso energético “negativo” de la enfermedad nos llega? Mientras insistimos en rechazarla, se resiste y persiste. Mientras permanecemos en esta actitud de rechazo, no podemos verla de otro modo. Aunque no solemos estar en la predisposición psicológica de preguntarnos ¿Qué puedo aprender de esto?, el solo hecho de hacerlo ya nos puede ayudar a desdramatizar y a cambiar de perspectiva. Dejamos de tomar la enfermedad como una maldición y la consideramos ya como portadora de un mensaje. Este paso nos ayuda a distanciarnos de ella y a tranquilizarnos emocionalmente. Ya no somos la enfermedad, sino más bien unos observadores privilegiados de la misma. En nuestra debilidad podemos encontrar paradójicamente la fuerza. Así podemos acogerla. Nos ayudará el no juzgar ni comparar, el respetar a cada uno tal como es, en su dignidad. También así, evitaremos ir de víctimas por la vida, nos empoderaremos y nos haremos responsables. Y también así, podremos adoptar actitudes de humildad y aceptación que nos ayudarán a franquear ciertas puertas. Una de ellas es la de las constelaciones.

¿Qué mueve a una persona hacia las constelaciones sistémicas? Mi experiencia me dice que la mayoría vienen porque ya no aguantan más la situación en la que están, porque ya no soportan cargar con algo pesado que ya han intentado soltar o resolver antes por diferentes vías. Yo diría que vienen por un impulso, por una energía, por una gracia que les ha puesto en movimiento. ¿De dónde les viene? La respuesta la dejo en las manos de cada lector.

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Carlos Surroca administrator