El artículo: ”Yo, primero” trató la importancia de conocerse mejor como condición previa para poder conocer mejor a los demás, mejor relacionarse con ellos y poder liderar mejor. En éste, iniciamos el interesante viaje hacia este conocerse mejor, partiendo de un tema que preocupa a muchos: el estrés.
El estrés es un dolor, es un sufrimiento, es un mensajero que me dice que tengo que escuchar, aprender y cambiar algo en mí a nivel físico, mental o emocional.
¿Y si no lo escucho? El cuerpo me susurra al principio. Si no lo escucho, me habla. Si continúo no escuchándolo, me alza la voz,…, y si a pesar de ello, continúo sin escucharle, me grita bajo la forma de un infarto, un cáncer, una diabetes, o lo que sea.
Nuestra familia es la primera y para muchos la mayor fuente de emociones en nosotros. Unas nos hacen sentir alegría y felicidad. Otras, tristeza, ira, odio, asco, miedo. Me centraré en estas últimas, en esas que suelen complicarnos la existencia, y que, precisamente por esta razón, son de las que más podemos aprender y experimentar una mayor satisfacción, si logramos abrirnos a ellas.
Cuando un hecho importante y doloroso nos sucede, si podemos procesarlo emocionalmente, nos queda su memoria, pero no su energía. Pero si la magnitud del hecho es muy superior a nuestra capacidad de procesamiento, y además nos sorprende, lo vivimos en soledad y no podemos expresarlo; entonces para sobrevivir en el momento que nos sucede, deslizamos sigilosa e inconscientemente su memoria y su energía asociada a ese recóndito refugio sagrado que es nuestro inconsciente.
Leer másDel síntoma al problema y a la solución.
Cuando las relaciones de pareja entran en dificultades, se convierten en un poderoso imán que acapara y absorbe gran parte de las energías de ambos. El dolor por lo que les ocurre los obnubila y les imposibilita ver e ir más allá. Pero las relaciones difíciles son sólo el síntoma y no la causa.
Las Constelaciones Familiares ayudan a la pareja a explorar lo esencial de sus relaciones a partir de los síntomas y a centrar su atención en la solución.
A medida que vivimos, experimentamos una serie de hechos que nos impactan emocionalmente en mayor o menor medida. Para sobrevivir al momento en que se producen los hechos dolorosos, rechazamos las emociones que nos producen, las reprimimos y las guardamos en nuestro inconsciente. Así, pues, a medida que vivimos, vamos llenando nuestro almacén inconsciente de memorias dolorosas que, por serlo, comportan una cierta energía singular que emite y capta ciertas ondas. Cuando vivenciamos en el presente algún hecho que resuena con algo doloroso que sucedió tiempo atrás, aquello memorizado en nuestro inconsciente sintoniza y salta al momento presente con una fuerza dominante y desconcertante. Esto hace que vivamos un presente condicionado inconscientemente por nuestro pasado, y que no comprendamos algunas reacciones de nuestro propio comportamiento, ni las de los demás.