Duele el perder a un ser querido. El dolor generado por la pérdida toma una tonalidad distinta y evoluciona de forma diferente en el tiempo, según las circunstancias únicas de cada doliente. Todos vivenciamos varios procesos de duelo. Si éstos se complican o se paran, las Constelaciones Familiares pueden ayudar a desatascarlos, a completarlos y a abrirse a la esperanza y a la vida.
Nuestros seres queridos lo son porque mantenemos un apego, un vínculo y una relación emocional con ellos. Puede ser de amor, de seguridad, de anhelo, de rechazo y/o de odio. Su pérdida supone una ruptura, un vacío, un dolor.
Esteban y María acaban de perder a su hijo Pablo, con 32 años, de forma repentina. Tenía una pequeña disfunción cerebral y desde los diez años, sufría ataques epilépticos, cuya intensidad y frecuencia habían disminuido sustancialmente gracias al tratamiento que seguía. La dedicación de sus padres ha sido inmensa por encontrar los entornos más adecuados para Pablo: escuelas especiales, constitución de una asociación (que más tarde se ha abierto a otras discapacidades al darse cuenta de la sinergia de su mezcla), consecución de un puesto de trabajo en un banco central que ejerce verdaderamente su responsabilidad social acogiendo en su organización a personas diferentes, formándolas, creando actividades especiales para ellas, facilitando alojamientos sencillos donde vivir independientemente de sus padres, etc. La tensión y preocupación de sus padres ha sido intensa y constante, sin respiro. Se llamaban unas cuatro veces al día. Su madre María decía últimamente: ”Ya no podemos estar presos del miedo por lo que pueda ocurrir ¡Hay que vivir! “. Y Pablo mostró que vivía intensamente: hacía deporte, bicicleta, excursiones, escalada, viajaba, ayudó a sus padres a reconstruir una casa en ruinas, ayudaba y activaba a sus compañeros en los momentos difíciles, los invitaba y ellos lo invitaban, iban al cine, pintaba, sus regalos los preparaba con meses de antelación, etc. Su ceremonia de despedida fue una explosión de sentimientos y reconocimientos por parte de sus padres, familiares, compañeros, los padres de éstos…por todo lo vivido y aprendido juntos con Pablo. El toque de saxofón de su hermana en el momento de su entierro, ante unas cien personas, fue memorable. Y ahora después, es cuando el vacío se hace inmenso y denso, es tiempo del duelo. Sus padres y su hermana lo viven diferentemente. Toda esa ingente cantidad de energía volcada en su preocupación y dedicación intensa y constante a Pablo durante años, se hace añicos y se transforma ahora en dolor. La culpa, el vacío, la tristeza, la desorientación, la fragilidad, la vulnerabilidad, y otras, aparecen y están ahí, como nuevos acompañantes, con distintas intensidades y proporciones para cada uno. Procesar la energía asociada a esas emociones requiere un tiempo. Y en ese tiempo, es cuando esa energía con tonalidad de dolor se puede transformar a su vez en otra con otra tonalidad, más hacedora y constructora de un nuevo proyecto que dé un nuevo sentido al vivir.
¿Cuáles son las palabras que mejor describen tu estado de ánimo?
¿Qué crees que Pablo te diría al ver tu estado de ánimo?
¿Qué es lo mejor que puedes hacer para respetar y honrar todo lo que has vivido y aprendido con Pablo?
¿Cuáles son tus recursos para ello?
¿Qué recursos vas a solicitar de otras personas?
¿Qué puedes hacer hoy, mañana, la semana próxima, el mes próximo?
Según Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler, el proceso de duelo consta de cinco fases: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.
Reclama, desde la soledad radical que lo caracteriza, una profunda reflexión sobre la limitación de nuestra condición, sobre nuestros vínculos y sobre el valor del instante, que siempre puede ser el último.
Reclama elaborar el dolor sanamente. Los emotivos testimonios y las pautas recogidas en su libro “El duelo” buscan ser una luz en la oscuridad, un consuelo, una esperanza que invita a trascender lo que vemos y sentimos.
Las Constelaciones Familiares son un potente recurso para procesar, limpiar, desbloquear, reconciliar y cerrar los duelos que se lentifican, que se paran a medio camino o se eternizan; y así, liberar al doliente de pensamientos, creencias y energías tóxicas que complican la vida.
Elena (E), 63 años, siente un profundo malestar, sobre todo desde la muerte de su padre. ¿Qué hechos importantes están relacionados con tu padre? Pensaba que era el propietario del cuerpo de sus hijos e hijas, y en base a ello, actuaba. Llora. Le pido que elija entre los participantes del taller abierto, a un representante para ella (RE) y otro para su padre (RP), y los posicione. Los coloca enfrentados. RE no puede mirarle, mientras que RP la mira agitada y fijamente. Al preguntar a RP por lo que le ocurre, dice que siente una indescriptible y fuerte exacerbación y tentación sexual hacia RE. Pregunto a E: ¿Qué ocurrió con tu abuela paterna? Tuvo tres hijos, y durante la Guerra Civil tuvo que hacer de todo para sobrevivir. Pido a E que elija a un representante para su abuela paterna (RAP). E posiciona a RAP detrás de RP. No sucede nada. Doy media vuelta a RP, de manera que RP da ahora la espalda a RE y encara RAP. Se produce un largo silencio. Al final, RAP mirando a RP, le dice: ”Tú eres el resultado de una violación”. Los ojos de Elena se abrieron como platos, lloró, espiró en profundidad, su semblante cambió radicalmente y dijo: ”Ahora todo tiene sentido”. La constelación terminó con un abrazo de los tres representantes RE, RP y RAP. Elena se vació de su miedo y de su rencor hacia su padre. Se fue aliviada.
Ana, 54 años, extranjera, vino mal vestida y con un aspecto descuidado al primer taller abierto de un curso compuesto de varios. Hacía años que había dicho a su marido y a sus dos hijos que no fueran a un determinado lugar. Fueron y los asesinaron. Su dolor salía por los poros. Le pedí que eligiera y posicionara a los representantes de su marido, de sus dos hijos y de dos asesinos. Ella se puso de rodillas ante su marido e hijos, tendidos en el suelo. Tocándolos con sus manos, lloró desde lo más hondo de su ser. Luego se levantó y encaró a los representantes de los dos asesinos. Les dijo: “Ahora os puedo ver, formáis parte de mi sistema (por el fuerte vínculo emocional de odio y venganza que mantenía con ellos) y os podéis ir cuando queráis”. Se produjo un largo silencio, durante el cual nadie se movió. Después, sin mediar palabra, los representantes de los dos asesinos se giraron y salieron de la sala donde se realizó la constelación. Ana lloró hasta vaciarse del dolor de su múltiple pérdida. Había logrado iniciar el movimiento de cortar el cordón emocional de rabia y resentimiento que la había mantenido hasta entonces presa y atada a los asesinos. Al mes siguiente no vino. Tampoco al otro. Al cuarto mes asistió de nuevo como participante. Pero esta vez, arreglada y vestida con colores alegres.
Al utilizar otras formas de mirar, pensar, sentir, decidir y hacer, ayuda a las personas y a los sistemas humanos a los que pertenecen a lograr cambios sustanciales y positivos, y a salir de situaciones difíciles persistentes.
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