Conocerme mejor (2)

Conocerme mejor (2)

El artículo:”Conocerme mejor (1)” permitió comprender que la conexión entre lo tangible de nuestro cuerpo y lo intangible de nuestros pensamientos, juicios, creencias y emociones, se produce a través de la energía, fundamentalmente en forma de diversas ondas electromagnéticas. Esta comprensión nos abre la puerta a un mundo humano apasionante cuya exploración proseguimos con ese artículo y siguientes.

Solemos querer resolver el dolor físico con medicamentos, el estrés con ejercicio, una sesión de spa o vacaciones, y el sufrimiento psíquico con un ansiolítico, por ejemplo. Pero actuando así, atacamos los síntomas, no las causas. Nos quedamos en la superficie, en lo aparente, en la punta del iceberg. Cuando actuamos así, lo que tapamos aquí, surge allá, y cuando logramos cubrir lo de allá, aparece aún más allá bajo otra forma. Y a lo mejor, a lo largo de todo este tiempo, este dolor, estrés o sufrimiento se ha transformado ya en una enfermedad grave. El problema de fondo permanece, aunque los síntomas cambien y se hagan más evidentes y acuciantes.

Cuando aparecen los primeros síntomas de que algo en nosotros no funciona, lo lógico sería que actuásemos rápido, como lo hacemos cuando oímos un ruido sospechoso en nuestro automóvil, pero normalmente no procedemos así. ¿Qué nos impide actuar sobre las verdaderas causas y evitar, así, que la situación vaya a peor? Nos lo impide nuestra ignorancia sobre nosotros mismos. Aunque somos capaces de explorar otros mundos, de ir a la Luna y llegar a Marte, y de crear otros maravillosos como Internet, muy poco conocemos de nuestro propio mundo interior.

¿Qué hace que estemos en esta ignorancia de nuestro mundo más cercano? De hecho, cuando las cosas ocurren, ocurren por algo. No hay casualidades, sino causalidades. Una explicación puede ser que en algunas de las ocasiones que hemos intentado bucear por este mundo proceloso nuestro, nos hemos topado con algo que nos duele o nos hace sufrir. Como no nos suele gustar, huimos cual gato escaldado del agua hirviendo. Pero en estos casos, el tiempo suele ir en nuestra contra. Como no nos hemos dedicado a descubrir las verdaderas causas de nuestro dolor o sufrimiento, éstas continúan actuando. Y así, más pronto que tarde, la enfermedad aparece.

¿Cuál es nuestra frecuente reacción ante una enfermedad? Deshacernos de ella cuanto antes. Pero al actuar así, ¿Nos lleva a la verdadera sanación, que no curación? El centramos en rechazarla suele llevarnos a que se cumpla para nosotros la frase:”Insiste, resiste, persiste”.

Cuando nos encontramos enfrentados a la evidencia de que nuestra actitud de quitarnos de encima la enfermedad cuanto antes no nos lleva a buen puerto ¿Qué podemos hacer? El preguntarnos ¿Qué puedo aprender de ello?, nos puede abrir caminos de solución inesperados.

Bert Hellinger y sus discípulos nos muestran a través de la Sistémica que la solución se encuentra frecuente y justamente en el movimiento contrario: Tomar la enfermedad, acogerla como un buen mensajero que porta un buen mensaje para nosotros, asentir tal cual es y darle un lugar en nuestro corazón. Es ver a la enfermedad como un punto de partida para explorar el mundo fascinante de nuestro ser y sus relaciones con los demás miembros de nuestro sistema familiar, como el exabrupto que nos pone ante nuestras narices la evidencia de que algo tenemos que resolver en nuestro sistema, como el bufido que paradójicamente nos empuja a los vivos a descubrir las dinámicas inconscientes de amor ciego que nos atan con nuestros antepasados excluidos, olvidados o maltratados, como la fase final de un movimiento de reconciliación que puede implicar a varias generaciones, como el camino de vuelta hacia la salud, como el viaje que nos lleva al reencuentro profundo con la vida.

Todo ello tiene sentido cuando podemos ver a nuestro cuerpo, los pensamientos, las creencias, las emociones, los sentimientos y las relaciones como formas diversas de energia que interactúan y se reconvierten entre sí. La aplicación de esa nueva manera de contemplarnos aporta soluciones insospechadas a numerosos casos.

Carlos Surroca se dedica al crecimiento personal y profesional de las personas, a través de la potenciación y mejora de los sistemas humanos a los que pertenecen, cualquiera que sea su rol en la sociedad.

Cada uno de los Talleres y Seminarios de su web http://www.inteligenciasistemica.es   se centra en satisfacer las necesidades concretas de sus participantes: desbloquear atascos emocionales, vencer limitaciones, esclarecer motivaciones, clarificar los caminos a seguir y disfrutar andándolos fluyendo en un entorno incierto, cambiante y complejo.

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